Cuando el Maestro Viene Esperando Fruto
Cuando Jesús se acercó a la higuera, esperaba encontrar fruto. El árbol estaba en el lugar y la época adecuados para dar fruto, pero no estaba listo para hacerlo. Jesús sabía que debía dar fruto porque, en la creación, ya había declarado que tendría sus épocas de producción.
El desafío surge cuando el Maestro viene esperando fruto, pero en la época en que debías prepararte, no te entregaste a Él. La Biblia dice: «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse» (2 Timoteo 2:15). Dios siempre envía su palabra antes de tiempo para que puedas acceder a las bendiciones que Él tiene preparadas para ti.
Por ejemplo, si Dios sabe que necesitarás dinero mañana, te enviará una palabra hoy para prepararte para la cosecha de mañana. Para un ministro, Él envía personas a tu vida hoy para que enseñes la Palabra, te guíe y te prepare, para que mañana, cuando tengas una necesidad, esas mismas personas puedan apoyarte. Para una marca de ropa, Él envía una idea hoy para que puedas diseñar la ropa, conseguir la tela y reunir los materiales, para que cuando la gente los necesite mañana, o cuando necesites el dinero, tengas acceso a ellos.
Dios siempre envía una idea antes de la cosecha, pero muchos nunca ceden a su impulso ni a sus empujoncitos, y por lo tanto no producen. La tragedia llega cuando, como la higuera desprevenida, no comprendemos que se avecina una época de expectativas.
En otra ocasión, Jesús se acercó a una higuera tres veces porque esperaba fruto. Dios es paciente: envía su palabra para edificarnos, de modo que cuando Él exige fruto, podamos producir. Sin embargo, muchas personas nunca se preparan para producir; escuchan la Palabra, pero no la reciben.
Dios espera crecimiento. «Ya deberían ser maestros» (Hebreos 5:12); sin embargo, muchos siguen siendo niños pequeños porque no aprovecharon sus oportunidades ocultas para crecer. Dios siempre los prepara antes de la cosecha. Si no son fieles en la época de siembra y preparación, no darán fruto en la época de la cosecha.
A menudo he enseñado que Dios no prueba al hombre como creemos; Él lo pesa. Como en una balanza, la promesa está de un lado y tú del otro. Para que Él cumpla la promesa, tu peso en madurez, fe y obediencia debe ser equivalente al peso de la bendición.
Antes de que Israel entrara en la Tierra Prometida, Dios sopesó su fe. La incredulidad y el temor los descalificaron porque no había equilibrio. De la misma manera, Dios los capacitará, los pesará y luego les dará la bendición.
Mi oración es que te entregues al proceso, crezcas en las temporadas ocultas y des fruto cuando el Maestro venga esperándolo. En la temporada en que Jesús venga esperando una cosecha —o cuando tú mismo la esperes— tendrás acceso a ella solo si, en la temporada de preparación, te entregaste al proceso.
El desafío para muchos es que, cuando Dios les envía una palabra por adelantado, no la cumplen. Consideremos la higuera: Jesús había hablado de tiempos y épocas de fructificación, esperando que a su regreso diera fruto. Sin embargo, la higuera no respondió a la palabra dada antes de la cosecha, y cuando llegó el momento, no estaba preparada.
Mi oración es que presten atención a la palabra de Dios durante su tiempo de preparación, para que cuando llegue la cosecha, estén listos para disfrutarla. Que Dios los bendiga.