Despertando a los soñadores proféticos
En el viaje profético de uno como soñador, llega un momento de despertar: darse cuenta de que los sueños no son sólo experiencias que se desvanecen, sino la forma en que Dios comunica Sus planes divinos a la humanidad. En este artículo, exploramos lo que realmente significa ser un soñador profético y cómo desbloquear todo el potencial de este increíble regalo.
Joel 2:28 declara la promesa de Dios: "Derramaré mi Espíritu sobre toda carne". Este derramamiento no se limita a unos pocos elegidos sino que se extiende a todos los creyentes. Cuando Dios habla de derramar Su Espíritu sobre la carne, se refiere a nuestros cuerpos físicos. Muchos suponen que la carne y la naturaleza carnal son lo mismo, pero no es así. Nuestra carne fue diseñada para funcionar plenamente en esta tierra y Dios desea obrar a través de ella. Contrariamente a la creencia popular de que estamos en guerra con la carne, nuestra guerra es la naturaleza carnal. Los mayores encuentros con Dios ocurren cuando nuestros sentidos físicos están activos y nuestros cuerpos están completamente ocupados.
El derramamiento del Espíritu de Dios permite a cada creyente profetizar. La profecía de Joel describe que los hijos e hijas serán proféticos y deberían profetizar, lo que significa que todo hijo de Dios que haya recibido el Espíritu de Dios debería ser profético. Vuelve a hablar que los viejos soñarán sueños muchos se preguntan quiénes son estos viejos y cuáles son esos sueños que sueñan. Estos viejos son custodios de los planes de Dios y se les muestran los deseos de Dios a través de sueños. No son viejos sino cristianos maduros, Joel estaba previendo una generación de personas proféticas. Este no es un evento lejano sino algo que se está desarrollando en esta misma generación.
Sin embargo, muchas personas tienen hambre de lo profético sin darse cuenta de que el hambre no es sólo de recibir profecía, sino de profetizar. Estamos llamados a ir más allá de simplemente buscar palabras proféticas y, en cambio, convertirnos en vasos a través de los cuales fluyen esas palabras.
Después de la Torre de Babel, la humanidad perdió una forma de comunicación divina. Pero esta comunicación fue restaurada en Hechos 2 cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos. Hablaban en diferentes lenguas y gente de muchas naciones los entendía. Esto marcó la restauración del lenguaje de Dios, un lenguaje que se manifiesta en sueños, visiones y palabras proféticas. El derramamiento profetizado por Joel ya ocurrió, pero muchos todavía están despertando a su realidad.
La primera clave es reconocer que Dios ya te está hablando. Esos pensamientos, sueños e ideas fugaces que quizás descartes son a menudo más que meras coincidencias. Pueden ser revelaciones divinas. Debes aprender a discernir la voz de Dios en esos momentos y comprender que tú también eres parte de Su plan profético.
A menudo enseño que el viaje profético comienza con el deseo. Ese deseo conduce al conocimiento y el conocimiento conduce a la participación. A medida que crezca su hambre por las cosas de Dios, naturalmente buscará una mayor comprensión. Esta comprensión te lleva a un lugar donde puedes asumir plenamente tu papel de soñador profético, participando en el plan divino de Dios.
Los sueños proféticos no se tratan sólo de recibir revelaciones personales, sino de manifestar las visiones de Dios para el mundo. Como profetas soñadores, debemos alinearnos con el Espíritu de Dios, permitiéndole hablar a través de nosotros. Acepta este viaje, alimenta tu deseo por la voz de Dios y sé valiente al dar un paso hacia el don profético que ya ha sido colocado dentro de ti.
Ser un soñador profético es aceptar plenamente su identidad como individuo profético. Mientras muchos esperan que hablen los profetas, Dios desea equipar a cada creyente para profetizar. Eres profético y el mundo está esperando la manifestación de ese don.