¿Los reyes todavía soñan?
En la antigüedad, los sueños no se consideraban residuos mentales. Se entendían como mensajes divinos: herramientas de gobierno, dirección y advertencia. Cuando Faraón soñaba, llamaba a José. Cuando Nabucodonosor soñaba, llamaba a Daniel. Estos reyes no tomaban los sueños a la ligera; los reconocían como pergaminos de sabiduría celestial.
La interpretación que José hizo del sueño del faraón salvó a Egipto y a las naciones vecinas de la hambruna (Génesis 41:25-36). Daniel, ante Nabucodonosor, no solo interpretó un sueño, sino que reveló una cronología profética de imperios, desde Babilonia hasta Roma (Daniel 2:31-45). Estos sueños no eran símbolos vagos, sino que contenían precisión histórica y exactitud divina.
¿Pero los reyes todavía sueñan?
¿Reciben aún estos mensajes los presidentes, gobernadores y líderes de hoy? La respuesta es sí. Los sueños no han cesado. Dios no ha callado. «Porque Dios habla una vez, sí, dos veces, y el hombre no lo entiende. En sueños, en visiones nocturnas…» (Job 33:14-16). Los sueños siguen siendo uno de los antiguos y activos sistemas de comunicación de Dios.
Eclesiastés nos dice: «De la multitud de los negocios nace un sueño» (Eclesiastés 5:3). Este versículo suele malinterpretarse. No significa que los sueños carezcan de sentido, sino que la vida y el espíritu están tan entrelazados que nuestras experiencias se convierten en instrumentos de revelación. El ajetreo de la vida puede despertar sueños, pero Dios aun así elige hablar a través de ellos. La cuestión no es si soñamos, sino si valoramos lo que soñamos.
Hoy, los líderes sueñan en silencio. Ya no anuncian sus sueños a intérpretes; los archivan en secreto o los silencian con razonamiento. En la antigüedad, los reyes se rodeaban de magos, videntes y profetas, no solo para ceremonias, sino para sobrevivir. Hoy, tenemos asesores políticos, analistas financieros y estrategas militares, pero pocos intérpretes espirituales.
¿Dónde está el Daniel que dice: «Hay un Dios en el cielo que revela los secretos» (Daniel 2:28)? ¿Dónde está el José que dice: «¿No son de Dios las interpretaciones?» (Génesis 40:8)? La ausencia de tales intérpretes ha hecho que muchos descarten lo que el cielo aún dice.
He interpretado miles de sueños: de presidentes, profesionales, pastores y personas de todos los ámbitos. Hay algo que es constante: cada sueño es único y cada sueño transmite un mensaje. Proverbios nos dice: «Gloria de Dios es ocultar un asunto; gloria de reyes es investigarlo» (Proverbios 25:2, NVI). Los sueños pueden ocultar, pero la interpretación revela.
Muchos se preguntan por qué los sueños ya no son claros. No es porque Dios haya dejado de hablar, sino porque hemos dejado de honrar su voz. Cuando Nabucodonosor valoró su sueño, Dios le confió una revelación de reinos futuros. Cuando Faraón consideró su sueño, Dios envió un libertador para prevenir la hambruna. Pero hoy, los sueños se reducen a meras meditaciones psicológicas o se olvidan por completo al amanecer.
Este es un llamado a todos los líderes: no silencien la voz nocturna de Dios. Puede que estén gestionando políticas, liderando naciones o administrando economías, pero aún sueñan. Y cuando lo hagan, el cielo podría estar llamándolos.
La Biblia dice: «Vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones» (Joel 2:28). Estas no son meras promesas poéticas, sino modelos proféticos. Dios todavía habla a través de sueños. Todavía designa intérpretes. Todavía gobierna mediante revelación. La única diferencia entre el rey de ayer y el líder de hoy es el valor. Uno valoraba los sueños. El otro los ignora.
Es hora de volver a los caminos del consejo divino. Porque los reyes aún sueñan. Y Dios aún habla.
– Apóstol Humphrey M. Daniels