Paternidad espiritual y tutoría: romper el techo y empoderar al destino
En la Biblia, la historia de Mefiboset es un profundo ejemplo de tutoría espiritual. Su enfermera lo dejó cuando se suponía que debía cuidarlo, dejándolo cojo. Esto simboliza cómo aquellos que están destinados a cuidarnos a veces pueden causar daño, intencionalmente o no. La responsabilidad de un padre o mentor espiritual no es sólo guiar y proteger sino también reconocer el potencial dentro de nosotros y ayudarnos a alcanzar nuestro propósito.
En Gálatas 4:1-2 se nos dice que "Pero digo que el heredero, mientras es niño, en nada se diferencia del siervo, aunque es señor de todo". Aunque el niño está destinado a la grandeza, no puede acceder a su herencia hasta que tenga la madurez suficiente para manejarla. Esto refleja la importancia de la guía de aquellos que son maduros. De la misma manera, un mentor o figura paterna no debe ser un obstáculo sino un catalizador para el crecimiento y la madurez.
En nuestra generación, muchos mentores y padres en la fe se han convertido en un techo para los hijos que se supone deben criar. Lamentablemente, muchos mentores no ven el potencial de sus discípulos porque se sienten inseguros o intimidados por su crecimiento. En lugar de alentarlos a superarlos, limitan su crecimiento. Esto asfixia el destino de quienes deberían estar levantándose y cumpliendo su propósito. Un verdadero padre o mentor espiritual se siente orgulloso cuando su "hijo" tiene éxito y se vuelve más grande que ellos.
2 Corintios 3:5 nos recuerda: "No es que seamos suficientes por nosotros mismos para pensar que algo proviene de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia proviene de Dios". Los mentores y padres espirituales deben recordar que Dios nos equipa y nos permite ayudar a otros a cumplir sus destinos. Nunca debemos convertirnos en una barrera para el avance de aquellos que Dios nos ha llamado a cuidar.
La Biblia nos llama a criar a otros, así como Elí crió a Samuel. Samuel caminó en su llamado porque Elí tuvo el discernimiento para reconocer la voz de Dios y dirigir a Samuel en consecuencia. 1 Samuel 3:8-9 dice: “Y el Señor volvió a llamar a Samuel por tercera vez. Entonces él se levantó, fue a Elí y le dijo: "Aquí estoy, porque tú me llamaste". Entonces comprendió Elí que el Señor había llamado al niño”. El papel de un mentor no es vivir su llamado por usted, sino ayudarlo a reconocer y caminar por sí mismo. Esto se aplica a los profetas, pastores y todos los que buscan guiar a otros. El propósito es educar a otros para que hagan un trabajo mayor que el nuestro, no detenerlos.
Juan 14:12 nos recuerda este llamado mayor: “De cierto, de cierto os digo, el que cree en mí, las obras que yo hago, él también las hará; y mayores obras que éstas hará, porque yo voy a mi Padre”. El papel de un verdadero padre es sembrar la semilla en la vida de su hijo. Espiritualmente, un padre debe sembrar la semilla del destino en sus alumnos, nutrirlos y ayudarlos a crecer. Cuando se los alimenta correctamente, producen la cosecha de un destino cumplido.
Muchos buscan la tutoría de figuras populares o de personas con títulos, pero pierden el elemento clave: ¿quién lleva la semilla de su destino? Los verdaderos mentores no sólo llevan títulos; llevan las semillas del propósito que se alinean con tu llamado. A menudo perdemos la oportunidad de crecer porque no estamos conectados con las personas que tienen las semillas que necesitamos. 1 Corintios 3:6-7 dice: "Yo planté, Apolos regó, pero Dios dio el crecimiento. Así que, ni el que planta, ni el que riega, es algo, sino Dios, que da el crecimiento".
Así como enviamos a los niños a la escuela porque reconocemos que la escuela tiene la capacidad de fomentar su crecimiento, también debemos reconocer que los mentores adecuados, llamados por Dios, tienen la sabiduría y la guía necesarias para moldearnos para nuestro destino. Proverbios 15:22 dice: "Sin consejo los planes fracasan, pero con muchos consejeros se confirman". Dios nos guiará hacia estos mentores si estamos dispuestos a escuchar y seguir su dirección.
Es hora de buscar mentores que sean conformes al corazón de Dios, aquellos que nos ayudarán a convertirnos en las personas que Dios nos ha llamado a ser, sin limitar nuestro potencial. Jeremías 3:15 promete: "Y os daré pastores conforme a mi corazón, que os apacentarán con ciencia y con inteligencia".
Dios lo bendiga.