No observes vanidades mentirosas
Abrazar la promesa de Dios sobre las distracciones de la vida
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Hubo un tiempo en que el Señor me visitó y fue un encuentro maravilloso. Sin embargo, en medio de la gloria de Su presencia, me distraje. En lugar de centrarme en los Ángeles, comencé a fijar mi mirada en el diablo. Cuanto más observaba al enemigo, más grande parecía, hasta que eclipsó mi visión de esos ángeles.
Esta experiencia refleja la historia de Sara en Génesis. Cuando Dios le prometió que tendría un hijo, a Sara le costó creerlo. Con el tiempo, su enfoque pasó de la promesa de Dios a sus limitaciones y circunstancias físicas. Ella razonó que tal vez la promesa de Dios no era para ella. Ella le entregó a Agar a Abraham, creando un sustituto de lo que Dios había planeado, porque no podía verse como la madre del niño prometido.
Al igual que Sara, a menudo perdemos de vista la palabra de Dios cuando observamos vanidades mentirosas . Estas son las dudas, temores y distracciones que distorsionan nuestra fe y nos hacen cuestionar las promesas de Dios.
La visión que lo cambió todo
Recuerdo vívidamente que en esta visión los ángeles me rodearon. Fue uno de los encuentros más impresionantes de mi vida. Sin embargo, incluso en ese momento divino, permití que mi enfoque cambiara. En lugar de maravillarme por la presencia de los ángeles, comencé a mirar al enemigo. De repente, el enemigo parecía tan grande que los ángeles que me rodeaban parecieron desaparecer de mi vista.
Esta es la realidad para muchos de nosotros. Estamos tan consumidos por nuestras luchas (nuestros dolores del pasado, desafíos actuales y temores inminentes) que no vemos la mano de Dios en acción. Nos cegamos ante sus promesas, incluso cuando están justo frente a nosotros.
¿Qué significa observar vanidades mentirosas?
En ese momento de distracción, uno de los ángeles me reprendió con estas palabras: "No observes vanidades mentirosas".
Esta frase me impactó profundamente. No me era familiar en ese momento, pero mientras estudiaba Jonás 2:8 en la mañana después de la visión, llegué a comprender su significado: Observar vanidades mentirosas es dirigir nuestra atención a las sombras del enemigo, las ilusiones del miedo y la dudas que contradicen la verdad de Dios.
Isaías pregunta: "¿El informe de quién creerás?" (Isaías 53:1). Las mentiras del enemigo están diseñadas para eclipsar las promesas de Dios. Pero cuando nos concentramos en lo que Dios ha dicho, Su gracia se hace evidente y Sus promesas cobran vida.
La promesa de Dios es para Isaac, no para Ismael
La historia de Sara nos recuerda que las promesas de Dios no nacen gracias al esfuerzo humano ni a sustitutos. Ismael fue un producto de la carne: un intento de cumplir la promesa de Dios mediante el razonamiento humano. Pero la promesa era para Isaac, el hijo de la fe.
¿Con qué frecuencia creamos nuestros propios “Ismaeles”, buscando sustitutos porque dudamos del tiempo o la capacidad de Dios? Sin embargo, la gracia de Dios es suficiente para cumplir Su palabra.
Cambie su enfoque a la Palabra de Dios
Si estás en un lugar donde las mentiras del enemigo te resultan abrumadoras, te animo a que cambies tu enfoque. Deja de mirar tus circunstancias, tus fracasos o tus miedos. En lugar de eso, mire las promesas de Dios. Su palabra es verdad y su poder es más que suficiente para hacerla realidad.
Mientras reflexiono sobre mi visión, me doy cuenta de que los ángeles nunca se fueron. La presencia de Dios nunca desapareció. Fue mi enfoque en el enemigo lo que me cegó a Su gloria. Hoy elijo creer en el informe de Dios y los animo a hacer lo mismo.
Echemos fuera al “hijo de la esclava” (Gálatas 4:30), aquellas cosas nacidas de la carne, y abracemos la promesa de Isaac.
Dios no te ha olvidado. Sus promesas se cumplirán. No observes vanidades mentirosas. Confía en Su palabra y verás Su gloria manifestada en tu vida.
Oración:
Padre, gracias por tus promesas. Perdóname por las veces que me he centrado en las distracciones y he dudado de Tu palabra. Ayúdame a fijar mis ojos en Ti y a confiar en Tu fidelidad. Recibo Tu promesa hoy y declaro que se cumplirá en el nombre de Jesús. Amén.